Martín Díaz / LA NUBE
El Alcalde de Ciudad Victoria, Eduardo Gattas, parece aferrarse a las estrategias del pasado. Aunque asegura que se desligó del Partido Revolucionario Institucional, su vínculo sentimental e ideológico persiste, reflejándose en acciones que nos hacen cuestionar su supuesta renovación.
Durante su gestión, las colonias populares apenas vieron la sombra del Alcalde, pero ahora, en plena campaña, regresa con loterías y regalos “mezquinos” para congraciarse con la gente humilde. Es evidente que la prioridad no es el bienestar de la comunidad, sino ganar puntos políticos en busca de la reelección.
Es lamentable que, en pleno siglo XXI, la clase política local siga recurriendo a tácticas desgastadas y pinchurrientos regalos para pretender ganar el voto. Ciudad Victoria, la capital del estado, no merece un retroceso político que nos transporte a épocas pasadas.
La formación política parece estar estancada en el pasado, y el resultado es una ciudad que no avanza. Victoria ha sufrido los últimos años de gobiernos a los que podemos categorizar como buenos, medianamente buenos, mediocres, malos, peores, pésimos y el de Eduardo Gattas.
Eduardo Gattas no olvida su formación priísta
